DE
PERIODISMO
Los
errores tradicionales sobre la profesión
Al distinguido sportman
D. Mariano Benlliure y Tuero, hijo del gran escultor del mismo nombre, le
publica hoy el fraternal colega El
Liberal un artículo sobre periodismo y reportaje. El tema me interesa y
aprovecho la ocasión para darme por aludido, aunque esta no haya sido la
intención del comunicante.
Yo hago profesionalmente todo eso que el señor
Benlliure y Tuero, desde el punto de vista del amateur, censura. Y no sólo lo practico, sino que cuando se
presenta la ocasión lo justifico y lo defiendo. Por eso recojo gustoso y
agradecido las opiniones del señor Benlliure y Tuero, que tienen para mí el
mérito de ser una exposición fidelísima de todos los tópicos y errores en
circulación sobre la profesión periodística.
Creo que el periodista moderno sólo puede reclamar
la atención del lector para contar, relatar y reseñar; creo que puede coger un
suceso que a juicio del profano sólo merecería diez líneas y llenar con él
varias columnas del periódico; creo que lo periodístico
es una calidad peculiar
importantísima para hacer periódicos, aunque el que no sabe hacerlos no llegue
nunca a aquilatar esa calidad; considero sin interés todo artículo en el que
aparezcan opiniones políticas o religiosas puramente personales, siempre que la
personalidad que las emita no tenga autoridad bastante para influir sobre sus
contemporáneos. (Un ejemplo: me considero capacitado para dar opiniones sobre
periodismo, y por eso las doy; me parece una impertinencia que quien no sabe de
eso hable de ello. ¿A qué molestar inútilmente al lector con los balbuceos de
un señor lego en la materia de que se trata? Que se entere primero y después
que opine.) Me complazco en contar con todos sus detalles cómo vive la tía de
Paulino Uzcundun, lo que come Raquel Meller y la ropa interior que usa Juan
Belmonte.
Estoy recogiendo textualmente palabra por palabra
todos los cargos que el señor Benlliure y Tuero formula contra el periodismo
moderno. Lo que no recojo son las palabras vacías de sentido; las facecias con
que adorna sus opiniones: decir que la prosa de un reportaje es mala o que un
reportero –viejo o nuevo- ha dicho una estupidez no altera para nada el fondo
de la cuestión.
Con una técnica u otra las cosas son buenas o malas;
están bien o mal hechas, sencillamente.
En cuanto al exceso de celo que hace al señor
Benlliure desvirtuar la cuestión profesional y suponer que lo que se pretende
al adoptar una actitud civilizada de informadores discretos y amenos es
escamotear las opiniones personales del periodista sobre cuestiones políticas o
religiosas, es asunto en el que ya no puedo darme por aludido.
Desgraciadamente, la conciencia me acusa de haber opinado demasiado sobre todo.
Al repasar ahora, recogidos en un volumen, mis reportajes sobre la vuelta a
Europa en avión, me avergüenza un poco haber opinado y definido tanto. ¿No ha
sufrido nunca el señor Benlliure este rubor de encontrarse en flagrante delito
de impertinencia por haber opinado y definido demasiado?
Pero, aunque personalmente no me toque, quiero
aprovechar la ocasión para decir algo sobre esto.
Los actuales periódicos de Empresa tienen o deben
tener una ideología política y religiosa, que en todo momento ha de estar
patente y clara. Lo que me parece superfluo es que cada uno de sus
colaboradores, redactores y reporteros del periódico estén reiterando día por
día su fe liberal, conservadora, socialista o comunista, para desesperación de
sus lectores. Esto equivaldría a convertir los periódicos en censos de los
partidos políticos. A mí, la verdad, me parece insufrible que el señor
Benlliure ocupe todos los días dos columnas de un periódico para decirnos que
es republicano, y que el señor Minguijón agote estas dos mismas dos columnas en
otro periódico para decir que sigue siendo creyente. Y además, ¿qué razón hay
para que opinen Benlliure y Minguijón y no opinen con la misma frecuencia
López, Fernández y García?
Claro es que en los periódicos las opiniones son
importantísimas. Pero lo importante es saber provocarlas. Para eso lo del sentido periodístico que al señor
Benlliure no se le alcanza.
Otro ejemplo: La opinión de don Mariano Benlliure y
Tuero sobre cualquier tema político o religioso la considero superflua y
antiperiodística. En cambio, ¿quién me negaría que sería una opinión
periodística interesantísima la que con su radicalismo acreditado diera D.
Mariano Benlliure y Tuero sobre el arte del gran escultor D. Mariano Benlliure?
MANUEL CHAVES NOGALES
Heraldo de Madrid, 20 de septiembre de 1929
Periodista sevillano
(1897-1944), hijo del también periodista Manuel Chaves Rey, trabajó en El Liberal de Sevilla y escribió el libro La
ciudad antes de trasladarse a Madrid y empezar a y trabajar para Heraldo de Madrid en los primeros años
de la década de los 20. Su buena pluma y sus inquietudes sociales y políticas
las traducía en un periodismo de calle –de patas en el argot de la época- de
gran potencia y ello le convirtió en un líder de la redacción, que le mereció
el puesto de redactor jefe con Manuel Fontdevila cuando este fue nombrado
director en 1927. Corregía a sus redactores pidiéndoles información, datos,
historias por encima de divagaciones más o menos políticas o literarias. El
mismo desde su cargo emprendió reportajes de gran formato, como la vuelta a
Europa en avión, que mereció ser publicada en forma de libro y que también se
imprimió en el periódico argentino La
Nación. Sus trabajos le merecieron el presitgioso premio Mariano de Cavia.
En 1928 empezó a
colaborar en el semanario Estampa, estableció su residencia en París, desde
donde ejerció la corresponsalía para Heraldo
de Madrid. En 1930 fue nombrado subdirector de Ahora, el nuevo periódico
del editor y director Luis Montiel. De talante liberal, Chaves reveló en sus
artículos y entrevistas las pulsiones totalitarias del comunismo y el nazismo.
Cuando estalló la guerra civil permaneció en Madrid hasta noviembre de 1936,
cuando el gobierno republicano se trasladó a Valencia. Él decidió exiliarse en
Francia y escribió su obra maestra sobre la guerra civil A sangre y fuego: héroes, bestias y mártires de España en el que
narra episodios de brutalidad y estupidez de los dos bandos contendientes.
Tras su paso por París
se trasladó a Londres, donde desarrolló una importante actividad periodística
llegando a fundar una agencia de información, Atlas. En 1944 murió a
consecuencia de una complicación de una intervención quirúrgica. Su obra y su
memoria permanecieron en la sombra durante décadas hasta que los trabajos de la
investigadora Maria Isabel Cintas, vinculada a la Universidad de Sevilla, le
pusieron de nuevo en circulación y se reeditaron sus textos.
Chaves Nogales, Manuel La Agonía de Francia Libros del
Asteroide, Barcelona 2010
Chaves Nogales, Manuel A sangre y fuego: héroes, bestias y mártires
de España Espasa Calpe, Madrid 2010
Chaves Nogales, Manuel Juan Belmonte, matador de toros: su vida y
sus hazañas Libros del Asteroide, Barcelona 2009
Chaves Nogales El maestro Juan Martínez estaba allí Libros
del Asteroide, Barcelona 2007
Chaves Nogales, Manuel La ciudad Líbano, Sevilla 2001
Chaves Nogales, Manuel Obra periodística Diputación de Sevilla
2001
Chaves Nogales, Manuel Obra narrativa completa Fundación Luis
Cernuda, Sevilla 1993
Chaves Nogales, Manuel And in the
distance, a light? Heinemann, Londres 1938
Chaves Nogales, Manuel La vuelta a Europa en avión Mundo
latino, Madrid 1929
Chaves Nogales, Manuel Cosas nuevas y viejas, apuntes sevillanos Caja
San Fernando, Sevilla 1990
Chaves Nogales, Manuel Narraciones maravillosas y biografías
ejemplares de algunos grandes hombres humildes y desconocidos Clan, Madrid
1994
Camba, Julio; Chaves
Nogales, Manuel; Gaziel; Pla, Josep Cuatro
historias de la República Destino, Barcelona 2003
Cintas Guillén, María
Isabel Chaves Nogales, el oficio de
contar Fundación José Manuel Lara, Sevilla 2011
Cintas Guillén, María
Isabel Un liberal ante la revolución:
cuatro reportajes de Manuel Chaves Nogales Universidad de Sevilla 2001
Centro de Estudios
Andaluces El periodista comprometido:
Manuel Chaves Nogales, una aproximación Universidad de Sevilla2009
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